<Amargura>
SU CARĂCTER:
Aun de muchachita, mostrĂł fortaleza y sabidurĂa. Como lĂder dentro del pueblo de Dios en un momento decisivo de su historia, ella condujo la celebraciĂłn tras cruzar el Mar Rojo, le comunicĂł al pueblo palabras de parte de Dios, y compartiĂł con ellos la travesĂa de cuarenta aĂąos por el desierto.
SU DOLOR:
Que le haya sobrevenido lepra a causa de su orgullo e insubordinaciĂłn, tambiĂŠn que se le negara la entrada a la tierra prometida.
SU GOZO:
El haber desempeĂąado un papel instrumental en cuanto a la liberaciĂłn del pueblo de Dios, naciĂłn a la que amaba.
ESCRITURAS CLAVE:
Ăxodo 2:1-10; 15:20-21; NĂşmeros 12:1-15
LA PROMESA QUE RECIBE
La historia de Miriam nos brinda un ejemplo extraordinario de la buena disposiciĂłn de Dios a perdonar a los que pecan. Aunque debiĂł sufrir las consecuencias de sus acciones -siete dĂas de exclusiĂłn del campamento, alejada de todos los que la amaban- fue readmitida en el campamento en calidad de mujer perdonada. Cientos de aĂąos despuĂŠs, todavĂa la recuerda el profeta Miqueas como una lĂder de Israel junto con MoisĂŠs y AarĂłn (Miqueas 6:4).
Tal perdĂłn liberador estĂĄ a nuestra disposiciĂłn, asĂ como lo estuvo para Miriam. Dios mira nuestros pecados con juicio, luego espera pacientemente a que nos arrepintamos, y entonces nos ofrece prontamente su perdĂłn y aceptaciĂłn. Somos admitidos nuevamente a la comuniĂłn con ĂŠl, renovados, limpios y perdonados. Nuestro arrepentimiento transforma una herencia de juicio y castigo en una herencia de perdĂłn y dignidad delante de Dios.
PROMESAS EN LAS ESCRITURAS PARA TI
Que todo lo que soy alabe al SeĂąor;
que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mĂ.
3 Ăl perdona todos mis pecados
y sana todas mis enfermedades.
- SALMOS 103:2-3
¿DĂłnde hay otro Dios como tĂş,
que perdona la culpa del remanente
y pasa por alto los pecados de su preciado pueblo?
No seguirĂĄs enojado con tu pueblo para siempre,
porque tĂş te deleitas en mostrar tu amor inagotable.
-MIQUEAS 7:18
pero si confesamos nuestros pecados a Dios, ĂŠl es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. 10 Si afirmamos que no hemos pecado, llamamos a Dios mentiroso y demostramos que no hay lugar para su palabra en nuestro corazĂłn.
-1 DE JUAN 1:9
REFLEXIĂN
Ella fue una lĂder dotada por Dios que mantuvo una importante posiciĂłn en su naciĂłn, y debiĂł de haber guiado firmemente a su pueblo en la fe, aunque ella estaba lejos de ser perfecta. Dios dio a Miriam un lugar de autoridad, y ella lo utilizĂł mal durante un breve tiempo. Su castigo tambiĂŠn fue breve, asĂ que ella debiĂł de haber aprendido la lecciĂłn.
Si estamos en posiciones de liderazgo, tambiĂŠn podemos fallar. No juzguemos a Miriam, sino aprendamos de su error. Muchos aĂąos de fidelidad no nos blindan contra el pecado. Cada dĂa, el maligno nos tienta por eso debemos de orar. Solamente una constante vigilancia le mantiene fuera de nuestra puerta. Sin embargo, cuando nos acerquemos a JesĂşs, podemos vivir fielmente para Ăl.
Alabe a Dios porque Ăl disciplina a los que ama, a cada uno de los hijos que le pertenecen y porque la ira de Dios dura apenas un instante, pero su favor perdura para siempre. Confiesele cualquier arrogancia que pueda haberle entregado sigilosamente en el corazĂłn, en especial si se relaciona con la labor que le toca cumplir en la iglesia o en el trabajo. PĂdale a Dios que la ayude a recordar que la disciplina es una expresiĂłn de su amor por sus hijos.
Para ver su vĂdeo→
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Gracias!
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