SU CARĂCTER:
Era una mujer rica, generosa, hospedadora y capaz, que le mostrĂł gran bondad a uno de los profetas de Dios.
SU DOLOR:
Perder el hijo que le habĂa sido prometido.
SU GOZO:
Experimentar la tremenda profundidad de lo que es la generosidad de Dios.
ESCRITURAS CLAVE: 2 Reyes 4:8–37; 8:1–6
LA PROMESA QUE RECIBE
La sunamita supo que habĂa esperanza aun en medio de las circunstancias mĂĄs
devastadoras. Se le habĂa prometido un hijo cuando era estĂ©ril, y ahora ella se aferraba con tenacidad a dicha promesa aun cuando su hijito yacĂa muerto en la cama de ElĂseo. Le dio a entender a su marido que todo estaba bien, cuando en realidad sabĂa indiscutiblemente que el muchacho ya se habĂa ido. Pero el Dios que le habĂa hecho la promesa no se habĂa ido. Ella sabĂa que no la iba a abandonar.
«QuĂ©date tranquilo» (2 Reyes 4:23, RVR95), le habĂa dicho a su esposo. ¿Puede usted usar una expresiĂłn semejante cuando su mundo se desmorona encima de usted? QuizĂĄ no. Recuerde, sin embargo, que aun en medio de las circunstancias mĂĄs desesperadas, aun cuando se sienta abandonada, aun cuando le golpee la tragedia, Dios estĂĄ presente. ConfĂe en su palabra y afĂrmese sobre sus pies al considerar a la sunamita, que en medio de circunstancias demoledoras pudo decir:
«QuĂ©date tranquilo».
PROMESAS EN LAS ESCRITURAS PARA TI
19 Dios no es un hombre, por lo tanto, no miente.
Ăl no es humano, por lo tanto, no cambia de parecer.
¿Acaso alguna vez hablĂł sin actuar?
¿Alguna vez prometiĂł sin cumplir?
-NĂMEROS 23:19
3 Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Dios es nuestro Padre misericordioso y la fuente de todo consuelo. 4 Ăl nos consuela en todas nuestras dificultades para que nosotros podamos consolar a otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a nosotros.
-2 CORINTIOS 1:3-4
20 Pues todas las promesas de Dios se cumplieron en Cristo con un resonante «¡sĂ!», y por medio de Cristo, nuestro «amĂ©n» (que significa «sĂ») se eleva a Dios para su gloria.
-2 CORINTIOS 1:20
23 MantengĂĄmonos firmes sin titubear en la esperanza que afirmamos, porque se puede confiar en que Dios cumplirĂĄ su promesa.
-HEBREOS 10:23
REFLEXIĂN
Dios bendice a sus siervos fieles, aun cuando su servicio pueda parecer pequeño. Al igual que la sunamita, puede que nosotras proporcionemos algĂșn servicio pequeño pero esencial que haya ayudado a hacer avanzar el evangelio en los corazones de otras personas. ¿OlvidarĂĄ Dios nuestra fidelidad y no nos recompensarĂĄ? ¡Nunca! Mira las grandes bendiciones que obtuvo la sunamita por su hospitalidad.
Dele gracias a Dios porque él nunca pasa por alto ni siquiera una pequeña bondad que realizamos por amor a él y por la bondad que experimenta de parte de otras personas.
Confiesele a Dios su tendencia a pasar por alto las necesidades de los demĂĄs por estar muy centrada en las suyas propias y pĂdale a Dios que la haga atenta para descubrir las oportunidades que se le presentan de cuidar a otros de una manera prĂĄctica y bĂĄsica.
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